Los tradicionales cestos y bollos son una ofrenda de agradecimiento por la buena cosecha, pero a la vez un rito de paso de niñas a jóvenes, que se presentan ya preparadas para casarse.
La tradición de llevar bollos a los santos patrones de los pueblos se pierde en el tiempo, pues las muchachas en edad casadera llevaban figuritas de maicena y azúcar a los santos, en este caso Santa Bárbara, cargándolas a la cabeza durante kilómetros para ofrecérselas a la virgen que, con suerte, les devuelve «el sacrificio» concediéndoles un novio.
Son 12 proveedoras -tantas como letras tiene el nombre de Santa Bárbara-, que cada último sábado de agosto, «a las tres de la tarde», parten en fila india con sus cestos cargados de bollos y adornados con cintas de colores.
Los bollos se complementan con los cestos que elaboran la mayoría de las familias de Santa Bárbara. Y es la romería ofrenda de los Cestos y Bollos el número principal de los festejos.
«En agosto los agricultores se conviertan en artesanos y en los patios de las casas se preparan los cestos de frutas para dar ofrenda a la patrona». Los hacen las familias y cada una mantiene una técnica diferenciada que, en esencia, consiste en un armazón de cestería del que cuelgan numerosas piezas de frutas, verduras y hortalizas, ornamentado con rosarios de papas y otros productos agrícolas.
Cuando concluye el paseo romero, en la puerta de la iglesia, los Cestos y Bollos se colgarán de un gran pórtico de madera y ramas de monte.